19/02/08

Is Obama a Mac and Clinton a PC?

Está interesante este artículo, de algún como siempre he sido PC user, y molesto a mis amigos y familiares diseñadores que son Mac users, aunque en realidad siempre me han gustado las Mac. Para mis conocidos Mac users y para los que les interese la relación política-diseño-comunicación-blogs también.
NY Times.
February 4, 2008
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Is Obama a Mac and Clinton a PC?
By
NOAM COHEN

STYLES make fights — or so goes the boxing cliché. In 2008, they make presidential campaigns, too.
This is especially true for the two remaining Democrats, Hillary Clinton and Barack Obama. Reporters covering the candidates have already resorted to traditional analysis of style — fashion choices, manner of speaking, even the way they laugh. Yet, according to design experts, the candidates have left a clear blueprint of their personal style — perhaps even a window into their souls — through the Web sites they have created to raise money, recruit volunteers and generally meet-and-greet online.
On one thing, the experts seem to agree. The differences between hillaryclinton.com and barackobama.com can be summed up this way: Barack Obama is a Mac, and Hillary Clinton is a PC.
That is, Mr. Obama’s site is more harmonious, with plenty of white space and a soft blue palette. Its task bar is reminiscent of the one used at Apple’s iTunes site. It signals in myriad ways that it was designed with a younger, more tech-savvy audience in mind — using branding techniques similar to the ones that have made the iPod so popular.
“With Obama’s site, all the features and elements are seamlessly integrated, just like the experience of using a program on a Macintosh computer,” said Alice Twemlow, chairwoman of the M.F.A. program in design criticism at the School of Visual Arts (who is a Mac user).
It is designed, she said, even down to the playful logos that illustrate choices like, Volunteer or Register to Vote. She likened those touches to the elaborate, painstaking packaging Apple uses to woo its customers.
The linking of Mr. Obama with Mac and Mrs. Clinton with PCs has already become something of a theme during the primary. Early in the campaign, a popular YouTube parody of Apple’s “1984” Super Bowl ad made Mrs. Clinton the face of oppression. This week on The Huffington Post, Douglas T. Kendall, the founder of the Community Rights Counsel, a public interest law firm, made the connection more explicit.
But the designers believe the comparisons — but not perhaps the Orwellian overtones — are apt. In contrast to barackobama.com, Mrs. Clinton’s site uses a more traditional color scheme of dark blue, has sharper lines dividing content and employs cookie-cutter icons next to its buttons for volunteering, and the like.
“Hillary’s is way more hectic, it’s got all these, what look like parody ads,” said Ms. Twemlow, who is not a citizen and cannot vote in the election.
Jason Santa Maria, creative director of Happy Cog Studios, which designs Web sites, detected a basic breach of netiquette. “Hillary’s text is all caps, like shouting,” he said. There are “many messages vying for attention,” he said, adding, “Candidates are building a brand and it should be consistent.”
But Emily Chang, the cofounder of Ideacodes, a Web designing and consulting firm, detected consistent messages, and summed them up: “His site is more youthful and hers more regal.”
Mr. Obama’s site is almost universally praised. Even Martin Avila, the general manager of the company responsible for the Republican
Ron Paul’s Web site, said simply, “Barack’s site is amazing.”
But the compliments are clearly double-edged.
While Apple’s ad campaign maligns the PC by using an annoying man in a plain suit as its personification, it is not clear that aligning with the trendy Mac aesthetic is good politics. The iPod may be a dominant music player, but the Mac is still a niche computer. PC, no doubt, would win the Electoral College by historic proportions (with Mac perhaps carrying Vermont).
While Mr. Santa Maria praised barackobama.com for having “this welcoming quality,” he added that it was “ethereal, vaporous and someone could construe it as nebulous.” He said there was a bit of the “Lifetime channel effect, you know, vasoline on the lens” to create a softer effect on the viewer. The “hectic” site that the Clinton campaign is offering could actually be quite strategic, exactly in step with her branding. After all, Mrs. Clinton repeatedly emphasizes how hard she will work for the average American “starting on Day 1.” If she comes across as energetic online, that may simply be her intention. If she shouts a bit more, typographically speaking, that may be the better to be heard.
Unlike the Republicans, the Democratic contenders have incorporated social-networking tools to their sites — allowing supporters to create their own groups, for example, though Mr. Obama is considered the pacesetter in that regard.
“Obama’s campaign gained attention here in the Bay area tech community early on when he launched the My.BarackObama.com portal that allowed for personal blogging from the public, messaging with other supporters, and a host of other tools,” Ms. Chang wrote in an e-mail message.
On the big Internet issues like copyright, Lawrence Lessig, a Stanford law professor who is supporting Mr. Obama, said there was “not a big difference on paper” between the two Democrats. Both tend to favor the users of the Internet over those who “own the pipes.” He is impressed by Mr. Obama’s proposal to “make all public government data available to everybody to use as they wish.”
In the long run, however, Mr. Lessig believes that it is the ability to motivate the electorate that matters, not simple matters of style. And he’s a Mac user from way back.

18/02/08

Con y contra los CAPs II

Este post se divide en dos, la primera parte se refiere a mi experiencia al registrar mi CAP y la segunda a mi experiencia en la zona de Ecatepec.
Finalmente lo registré...
Era un momento largamente esperado, recuerdo que fue de boca de Carlos Martínez en Tlalnepantla cuando escuché el término de Comité de Acción Política (CAP) y fue por ahí de abril o mayo, quizás antes. Desde ese día esas tres letras se volvieron una constante en la vida de tod@s l@s que estamos en esto de Alternativa Socialdemócrata. No recuerdo un día en que por alguna razón no pronunciara la abreviatura CAP; tampoco recuerdo haber tenido algún encuentro con alguien del partido en el que no se mencionara la abreviatura y/o algo relacionado con los CAPs.
Pero todo se veía lejano, y llegó el momento de hacer realidad un CAP, mi CAP. Todo empezó el sábado por la mañana cuando conocimos la convocatoria, a partir de ahí comenzó la tensión; llamadas, visitas domiciliarias, explicaciones, ruegos, luchar contra lo real: los NO acarreados sí tienen cosas que hacer. Tenia que afiliarme el miércoles para después poder dedicarme a todo lo demás (no puedo decir más), la realidad fue que pasó algo que pasa muy seguido el miércoles a las 8:00 pm habíamos 14 personas y la 15va no contestaba ni aparecía, tristemente llegó a las 9:15pm y la Comisión ya había cerrado.
Decidimos intentarlo nuevamente el viernes, y la angustia volvió, una amiga casi cancela por cuestiones de trabajo y otra definitivamente confirma su no asistencia por las mismas razones. Afortunadamente, la primera logró asistir a la hora acordada mientras que otra amiga llegó desde muy lejos para apoyar la integración del CAP.
Entramos al proceso y todo salió bien, mi CAP, puedo asegurarlo es de gente inteligente, convencida de que este proyecto es cuando menos diferente. Por eso y por todo el apoyo quiero aquí agradecer a (en orden de aparición en mi vida):
Lolita (mi madre)
Chava (mi padre)
Miguel
Oscar
Lore
El sobrino Dani.
Cindy
Natha (Enana maldita)
Lila
Mariana
Katya
Sra. María de la Paz
Osbaldo
Mario
La verdad es que se siente padre integrar un CAP, y sobre todo teniendo la conciencia tranquila y la cartera entera por no haber tenido que gastar un peso en ese apoyo, sino saber que ese apoyo es una mezcla de cariño, esperanza y sueños compartidos. De verdad muchas gracias a tod@s.
Mi experiencia en Ecatepec.
Digamos que asistí a Ecatepec a observar de cerca el proceso de integración de CAPs. Fue una experiencia cansada y aunque no diré mucho por cuestiones de seguridad ya que todo puede ser usado en mi contra; puedo afirmar que lo que observé fue la simulación organizada. La Comisión simula que registra CAPs de gente libre, los operadores simulan que sus CAPs no recibieron ninguna despensa, las personas de esos CAPs simulan que saben -algo- sobre el partido (1.Alternativa Socialdemócrata 2. Defensa del medio ambiente y equidad de género).
También pude ver que este proceso efectivamente beneficia a quien tiene más dinero, porque simplemente es más fácil registrar CAPs comprados con despensas que CAPs de gente que de alguna y otra forma va por su albedrío. Quizás, sea esa facilidad la que llevó a Begné a registrarse en Neza con puro acarreado o quizás sea que él está con las bases y que es Neza Power.
Pude ver que la gente miente mucho, más de lo que creemos. Que hay gente vendida y cínica como Ulises Galván Arizmendi y Erika Velez de Paz; que hay gente comprometida como Meche y Rodo.
En fin, así las cosas por allá, después contaré más, pues hubo algunas cosas interesantes.

04/02/08

América Latina y el abecedario político

A veces cuando veo, escucho o leo sobre la lucha "incansable" de algunos grupos que se hacen llamar "del pueblo"; sean los Panchos Villa, los 400 pueblos, etc., pienso en cosas como estas que escribe Jorge Edwards hoy en El País (www.elpais.com) 1) Nuestra izquierda anacrónica, 2) Nuestra falta de cultura política, entre otras.

América Latina y el abecedario político

La propuesta del presidente Hugo Chávez de conceder a la guerrilla colombiana la condición de beligerante legítimo sería tratar de construir una sociedad nueva desde la barbarie y las cárceles inhumanas en la selva
JORGE EDWARDS 05/02/2008
En los años de la guerra fría, el comunismo organizado, a pesar de las apariencias, desempeñaba un papel moderador, de equilibrio, de realismo político, dentro de los movimientos de izquierda de esa época. El retiro de los misiles balísticos de Cuba, durante la crisis de octubre de 1962, fue, por ejemplo, una decisión de Nikita Kruschev y del poder soviético, no de Fidel Castro y sus seguidores, y esa decisión de última instancia evitó una guerra nuclear. En los años de la Unidad Popular chilena, el partido comunista se ubicaba más bien en el centro de la coalición gobernante y era también una fuerza realista, con aspectos pragmáticos, frecuentemente acusada y atacada, por esto mismo, desde la extrema izquierda. Y hace pocos días, una secretaria de Estado del sector cultural de Italia, persona de formación política sólida, me comentaba aquí, en Santiago de Chile, que el terrorismo fue derrotado en su país en los años setenta gracias a un entendimiento entre el partido comunista italiano y la democracia cristiana. De lo contrario, me observaba esta persona, la república italiana, que ya había pasado por el asesinato de Aldo Moro, habría sido destruida por el terrorismo.
Suelo reflexionar sobre estas cosas, sobre las relaciones entre la izquierda organizada de hace algunos años y la izquierda suelta, que tiende a desmelenarse y a radicalizarse con relativa facilidad, con escaso sentido de la autocrítica, en estos tiempos avanzados de lo que podríamos llamar la posguerra fría. Veo manifestaciones frecuentes, en los terrenos más diversos, de ese ultraizquierdismo que el mismo Lenin definió, en un escrito célebre, como una "enfermedad infantil del comunismo". Algunos piensan, en su fuero más íntimo, que no tengo derecho, desde mi perspectiva, desde no se sabe muy bien qué, a opinar sobre estas delicadas cuestiones, pero, desde luego, y no me costaría mucho demostrarlo, piensan mal y, además de eso, piensan poco.

En estos días, personas razonables, de calidad, se han sentido impresionadas por los argumentos del presidente Chávez en favor de conceder beligerancia a las guerrillas de las FARC en Colombia. Si fueran reconocidas como beligerantes legítimos, ¿no se podría avanzar en forma práctica, rápida, tangible, en los procesos de devolución de rehenes y de pacificación? El razonamiento tiene una apariencia que podría impresionar, pero la verdad es que esconde una falacia profunda. En primer lugar, nadie nos puede garantizar que darle un estatuto legal a las guerrillas colombianas pondrá término a su conducta delictiva, a su práctica del secuestro de ciudadanos pacíficos, a sus rehenes atrozmente encadenados en la selva, acciones que constituyen un nuevo regreso a la barbarie en nuestro mundo latinoamericano. Con esa lógica que nos propone Chávez, bastaría con organizar grupos insurgentes y violentos, dedicados al crimen político, para pasar después a la etapa de la guerra civil institucionalizada, con bandos reconocidos por la comunidad internacional. En esta forma, el atropello de los derechos humanos de los rehenes, de la población civil, haría el efecto de un chantaje de gran eficacia. Desaparecería entre nosotros, en nuestro desgraciado Nuevo Mundo, la noción de Estados y de Gobiernos legítimos. Para mí, lo único que se vislumbra en estos casos, el único hecho político real, son los conocidos delirios criminales del estilo de Sendero Luminoso, en el Perú de hace algunos años, o del régimen siniestro de Pol Pot en la Cambodia de la posguerra de Vietnam.
Las FARC de Colombia están muy lejos de ser un fenómeno nuevo, inédito, del que se pueda esperar un progreso y una actitud negociadora, de fondo pacífico. Son, por el contrario, un cabo suelto, un resto de los años de la guerra fría y del viejo extremismo de izquierda que todavía sobrevive, y sin el menor porvenir político. Puede que en determinadas circunstancias, y sobre todo para intentar la liberación de los rehenes, sea conveniente negociar con ellos, pero esto es otro asunto. El presidente Hugo Chávez, a mi juicio, comete un error esencial: en este comienzo del siglo XXI, el tiempo ya no corre a favor de una izquierda anacrónica. El hombre nuevo, del que se hablaba tanto en la jerga ideológica de épocas anteriores, no se divisa en ninguna parte por esos lados. No se puede iniciar la construcción de sociedades nuevas, más humanas, más justas, más prósperas, poniendo como cimientos unas inhumanas y arbitrarias cárceles del pueblo en plena selva. Ya hablaban así, con esa misma fraseología y esa misma jerigonza, los tupamaros uruguayos de los años sesenta. ¿Qué sobrevivió, qué podemos rescatar ahora de todo eso?
Nosotros, en el mundo nuestro, no hemos sabido sacar en todos los casos las conclusiones correctas: no hemos podido analizar siempre con lucidez las razones del fracaso del socialismo real, del derrumbe de los muros ideológicos del siglo anterior. Nos llega a veces una película de Alemania, una obra de teatro de Polonia, una novela de Rumania, pero nos cuesta mucho comprender que las situaciones ahí narradas, mostradas, puestas en escena, nos conciernen en forma directa. Nos cuesta mucho traducir los sucesos ajenos y relacionarlos con experiencias nuestras. Eso sí, no todo está perdido: el público sale de no se sabe dónde, forma largas colas, espera con infinita paciencia, y el mensaje llega al final, a pesar de todo.
El ultraizquierdismo de épocas pretéritas, el anarquismo deshilvanado, con sus ocasionales brotes de imaginación, con sus frases escritas en los muros de hace ya nada menos que 40 años, aparece de nuevo, estalla en algún espectáculo callejero, en algún escenario más o menos improvisado, en competencia con la farándula oficial, y luego desaparece. Predomina una curiosa sensación de que el "artista", en su calidad de héroe mediático, tiene derecho a todo. En sus cursos de teatro, por ejemplo, la Universidad Católica de Chile presenta un espectáculo de fin de año. Como no he podido ver la obra, estoy obligado a hablar de oídas, por referencias. Según me dicen, se trata de una adaptación muy libre de Insultos al público, del austríaco Peter Handke. La adaptación parte por la gramática y el título, ya que aquí, en nuestra ilustrada provincia, se llama: Insultos al púvlico. No es demasiado chistoso, que digamos, pero es, como se dice ahora, lo que hay. Pues bien, una persona bien informada, cultivada, me cuenta que en esta obrita universitaria, se insulta en forma grosera, inequívoca, entre otros, a la presidenta Bachelet, y en seguida, para darle un contenido escénico a estos insultos, sale al escenario una gorda descomunal desnuda. El ingenio de los responsables de este engendro, como se puede apreciar, no es superior al de la traducción de la palabra "público" por la palabra "púvlico", pero la creencia de que estos insultos pueden estar justificados por la libertad constitucional de expresión sí que es grave y penosa. Y el decano de la facultad respectiva, que se encuentra de viaje, nos sale con que algunos pasajes de esta adaptación "no hacían recomendable" que se representara más de dos veces, en lugar de las ocho veces que de hecho se representó. Es decir, se podía injuriar y calumniar a la presidenta y a otras personas, pero poco. Y agrega el decano que nunca pensó en prohibir la obra, a pesar de que la consideraba "pobre en propuesta artística".
Pues bien, si yo hubiera estado en su caso, habría prohibido la obra sin tantos escrúpulos y por dos motivos poderosos: por su pésima calidad estética, que un jefe responsable no puede admitir así como así, y por atentar, en nombre de un concepto equivocado de la libertad de expresión, contra los derechos de los demás y en particular de una presidenta de la República elegida libremente por los chilenos. No es poca cosa.
El episodio me vuelve a llevar al tema de Chávez. Cuando Chávez insultó al ex presidente español José María Aznar tildándolo de fascista, el presidente del Gobierno actual, a pesar de pertenecer a la formación contraria, le contestó con argumentos impecables. Lo que ocurre es que nosotros, en esta América Latina de la posguerra fría, hemos hecho algunos progresos, relativos progresos, pero nos hemos olvidado de asuntos fundamentales. Vivimos en democracias renovadas y, en algunos casos, en economías más o menos aceptables, pero con niveles de cultura política que todavía no pasan de las primeras letras del silabario. Y nosotros, los chilenos, somos demasiado tímidos para elevar la voz en estos casos. Enfermos, me parece a menudo, de prudencia.