Desde el caso Ernetina Ascencio comenzaba a sospechar perversos vínculos de sumisión entre la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y el gobierno federal. Hoy estoy completamente, pido una disculpa a Yedana cuyas posiciones sobre el caso Ernestina Ascencio soslayé.
Les dejo este artículo de Milenio, que habla sobre la inconstitucionalidad que envió la CNDH a la Suprema Corte con respecto a la ley que despenaliza el aborto.
Que Soberanes diga misa
Es comprensible que la PGR presentara prácticamente de oficio un recurso de inconstitucionalidad contra las reformas a la ley que despenalizó el aborto en la Ciudad de México: el procurador tiene que cuidar y cuidarse de que las leyes estén bien hechas. Pero comprender a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) es mucho más difícil.
¿Por qué la CNDH optó por exigir que se eche abajo una reforma que presuntamente vulnera los derechos humanos, en vez de denunciar un atendible problema de legalidad? José Luis Soberanes, presidente de la CNDH, decidió así lanzar toda la fuerza de la Comisión contra una ley que, lo sabe bien, en la vida real protege los derechos de las mujeres.
Mientras él daba explicaciones defensivas, el Gobierno del DF presentaba los números del primer mes de abortos legales. Hay dos datos demoledores: la mitad de las mujeres que acudieron a interrumpir el embarazo tuvieron que pasar uno o dos días en las clínicas, y siete de cada diez que lo hicieron no tienen seguridad social ni quien les tienda una mano.
Que Soberanes diga misa, pero si su embestida tiene éxito, esas mujeres perderán un hospital que les abra las puertas a cambio de nada. Perderán ese derecho fundamental, humanitario, humano.
Si la CNDH llevó el caso a la Suprema Corte es porque querrá que tenga éxito. Es más, debería lanzar una campaña para que los ministros declaren fast track la inconstitucionalidad, pues ahora sabemos que se están practicando 230 abortos “legales” al mes. Es decir, si pasa un año, serán 2 mil 700; 5 mil 400, si pasan dos. Y eso sería inaceptable para el doctor Soberanes, pues para él, transmutado en abogado de la nación, antes que cualquier cosa en el mundo está la ley, la dura lex.
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