28/08/08

Pendejez Romántica

Hace algún tiempo que vengo reflexionando sobre las cuestiones del amor, la cursilería y el romanticismo. Sin embargo, tras un par de whiskys logré acuñar (o precisar) un término que me desespera de sobremanera: la pendejez romántica.

No quiero parecer amargado, grinch, falto de amor, frío y/o calculador, o un ser absolutamente racional, no. Por el contrario, trato todos los días de ser feliz, vivo con amor, sé amar y ser amado, y me gusta tomar decisiones apelando a sentimientos a veces poco racionales.

Sería complicado definir lo que es el amor, creo que una de las maravillas de ese sentimiento es su propia indefinición, es decir, la capacidad de cada quien para vivirlo como más lo disfrute. Lo cierto es que he notado comportamientos absolutamente irracionales y absurdos que tratan de ser justificados por un velo de romanticismo decimonónico.

La pendejez romántica se refiere a esos comportamientos en los que él o la supuesta enamorada siguen patrones de conducta pueriles y/o absurdos con los que pretenden suplir o complementar aspectos de la relación amorosa. En el caso de lo absurdo, él o ella o ellos o ellas, buscan suplir la carencia de factores como el contacto físico, el entendimiento, el propio sentimiento amoroso con comportamientos absurdos que van desde gastos onerosos en artículos diversos (i.e. compra de carros, joyas, propiedades) hasta promesas de antemano imposibles de cumplir (i.e. te amaré toda la vida, pedir matrimonio al segundo día de conocerse o al tiempo una larga relación a distancia). En el segundo caso, se encuentra el de los comportamientos pueriles, en los que, él o ella o ellos o ellas, adoptan actitudes infantiles para complementar o sustituir los mismos factores arriba mencionados, estos casos de pendejez romántica van desde los intentos de suicidio, los celos extremos hasta los comportamientos circenses que buscan crear la impresión en el otro u otra de que el nivel de enamoramiento ha sobrepasado lo humanamente posible y correcto, para llegar a un nivel que sólo ellos o ellas conocen y que los demás son incapaces de entender.

En fin que creo que esta explicación se ha quedado corta, quisiera poner ejemplos varios, pero mucha gente cercana a mi podría sentirse aludida y se enojarían conmigo, y como ya he dicho, trato de ser una persona feliz, amada y amorosa.

Solamente, me resta hacer unas consideraciones que sí creo sobre el amor y que he venido repitiendo.

1) El amor es finito (puede durar mucho o poco, pero es finito, lo de los abuelitos es una cosa más de cariño)
2) El amor es pasión (en referencia al punto anterior)
3) El amor es contacto físico (miradas, besos, abrazos, fajes y relaciones sexuales)
4) El amor es vínculo intelectual (saber y compartir al menos un poco de la forma en que el otro entiende la vida y el mundo)
5) El amor es sentimiento (es inefable)

Esta vez si quisiera un poco de enriquecimiento sobre esta teoría de avanza, sobre la pendejez romántica.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace ya algún tiempo, un profesor, humanista y reflexivo, me dio la mejor definición del enamoramiento (eso que llamas pendejez romántica): "un estadio de enajenación equiparable a la idiotez".

Creo que tiene razón y que bendición vivirlo.

Uno, como creo que es tu caso, debe saber amar, saber enamorarse, saber desear, y más importante: debe reconocer la diferencia.

No predico con el ejemplo. A mi el enamoramiento me entra por los ojos, por el estómago, por la nariz, por los oidos, por todas partes (casi...).

Me gustan las miradas, las sonrisas, los olores, la forma bonita de hacer un gesto, los hoyitos en las mejillas, los pies pequeños y los grandes, y todo, absolutamente todo, lo potencializo al grado de imaginarme una persona distinta a la que lo generó o dotar de cualidades muy específicas a una perfecta desconocida.

En ocasiones me ha funcionado, he iniciado relaciones con una fantasía generada de muy poco y me ha reportado sanas y malsanas aventuras.

De ahí he podido trasladarme al punto del querer con seriedad, con responsabilidad, del amar con risas y con llanto, y del desear en cada segundo a mi pareja.

Creo que justamente el problema sería verlo como un problema. Las relaciones humanas no debían conducirse con suma racionalidad y menos, como bien apuntas, cuando se trata de pasiones como el amor.

El cubrir el requisito previo del enamoramiento y brincar de súbito al deseo no debía ser causa alguna de preocupación.

El enajenarse, actuar como tal, y permitir que esa actuación trascienda y trastoque nuestra habitual convivencia con el resto del mundo podría ser, eso si, un problema marca Diablo.

Anónimo dijo...

Mi muy querido Marcs... dios sabe que te amo y que pese a ello nunca me(nos) ha atrapado la pendejez romántica.

Esto es solo una nota al pie. Creo que hay diferencia entre el enamoramiento y la pendejez romántica. El enamoramiento es un proceso de encanto y de negación de cualquier defecto, error, vicio, etc. que posee el sujeto amado. Creo que, aunque este proceso es irracional, creo que es necesario que casi "natural", pero jamás me parece que sea absurdo.

La pendejez romántica en cambio, es un proceso de sustitución de los componentes amorosos por actitudes absolutamente absurdas. Cuando podamos tener un jueves de chelas importadas, ya te contaré varios ejemplos.

Mientras tanto te mando un abrazo, aunque he criticado tu forma tan peculiar de enamorarte, creeme que no se compara con la pendejez romántica.

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo con tu teoría en su totalidad, aunque en algunos aspectos si podría coincidir. Para empezar el emotivo título de la misma anticipa un poco a lo que se refiere, sin embargo confunde el romanticismo con la cursilería, mientras que el concepto “romántico” significa “sentimental, generoso, soñador” (Real Academia Española), definiciones que me parece encajan en lo que tú mismo comprendes como amor.

Por otra parte, coincido contigo, al amor es un sentimiento, o más bien una mezcla de sentimientos que si bien involucran pasión, atracción y modos de pensar semejantes, creo que dejas de mencionar que también tiene que ver con la generosidad, el respeto por el amado y la consideración mutua. Creo que para cada persona las dosis de cada sentimiento involucrado varía, puede haber más pasión que comprensión para algunos, y eso sigue siendo amor, a mi parecer.

El “amor” creo que parte de una idea alimentada culturalmente y a partir de experiencias propias. Creo que para nuestra generación el amor se asemejará a las caricaturas o a las novelas que más me parece, lo han distorsionado, y será muy diferente que el amor de nuestros abuelos.

Ahora bien, tus dos presupuestos de la” Pendejez Romántica” creo que bien podrían resumirse en uno: el fingir que se ama por querer amar (o aparentarlo). Los comportamientos que llamas “pueriles” son parte de los “comportamientos absurdos”, y no siempre son conscientes, pero el objetivo es el mismo. Creo que ambos parten del miedo a realmente no saber amar, e incluso del no ser amado; de ese miedo a notar que día a día compartes tu vida, tu cama, tu todo, con un desconocido, con aquel (o aquella) que en realidad no amas.

El amor creo que es duradero, y precisamente como parte de una concepción personal, no me atrevería a afirmar o negar su finitud; creo que el amor es delicado; que parte no sólo de deseos e impulsos, sino de consideraciones, cuando uno las tiene con el otro, no para demostrar amor, sino sin pensarlo.

Anónimo dijo...

Laurita:

Gracias por comentar. Con respecto a mi confusión entre cursilería y romanticismo, te equivocas. Yo no hablo de "romanticismo pendejo" hablo de "pendejez romántica". La cursilería son comportamientos ridículos (que efectivamente, se asemejan a la pendejez romántica) pero que nada tienen que ver con lo (casi)absolutamente absurdo.

Con casi todo lo demás coincido, y con otras cosas que apuntas me parece que son discutibles, pero no en este espacio.